Indudablemente una velada romántica, amenizada con un buen vino, tiene todas las posibilidades de terminar encriptada en nuestros recuerdos. Así que buscando aprender más sobre este brebaje y considerando las bondades que Chile tiene para su producción, nos fuimos a conocer Santa Cruz y el Valle de Colchagua.

A nuestra llegada nos quedamos en un conocido hotel del centro de Santa Cruz. Esa noche fue sólo descanso, ya que al día siguiente nos disponíamos a descubrir los distintos atractivos que la zona presentaba para nosotros.

Después de un contundente desayuno, que incluía un clásico chileno; sopaipillas pasadas, concurrimos a revisar los tour disponibles. Existen varias alternativas, que incluyen o no almuerzo; pueden andar a caballo, a pie o en bicicleta y, si se levantan temprano, tienen la posibilidad de elevarse en un globo para mirar el amanecer desde el aire.

Esa mañana visitamos Viña Santa Cruz. El recorrido dura aproximadamente dos horas y media, donde puedes conocer los escenarios que hay detrás de los nombres de sus vinos representativos. Nuestra experiencia se vio muy enriquecida con la cálida atención del guía, quien nos mostró la sala de vinificación y de barricas. Descorche tras descorche, fuimos sumergiéndonos en colores, aromas, texturas y sabores, estimulantes sensaciones que se materializan en una botella. Pero como el día no acababa ahí, detuvimos el entusiasmo por esos vinos para continuar nuestro camino hacia otra de las viñas recomendadas; para que se formen una idea sobre el valle.

Luego de un viaje en auto de más menos 20 minutos llegamos a la Viña Viu Manent. Era hora del almuerzo y el menú estaba incluido en el tour que contratamos. El restaurant tiene una vista a los viñedos enfilados y coronados por rosas blancas. Como es otoño, algunas parras ya comienzan a pintarse de colores, el sol tempera el ambiente y se respira un aire reposado. Con este entorno nos atienden amablemente y nos indican que podemos elegir de la carta; entrada, plato de fondo, postre y dos bebestibles a elección.

Luego de ese almuerzo absolutamente recomendable, nos esperaba un paseo en carreta tirada por caballos hasta las salas de producción, donde nos cuentan el proceso y dan a degustar directo de las barricas, para posteriormente dirigirnos a la cata. En el mismo lugar está la tienda donde, por supuesto, pueden llevar vino para ustedes o para regalar. Nosotros en el valle nos surtimos muy bien y hasta ahora disfrutamos.

Ese atardecer lo pasamos entre parras, momentos que me hicieron recordar la película “Un paseo por las nubes”, quizás fue la atmósfera y el entorno, quizás todas las catas del día contribuyeron a eso, pero el final de nuestra película se los dejo a la imaginación.

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  1. Maria Teresa

    Hola!

    Quisiera saber que hotel recomiendan en Santa Cruz?
    Gracias