Llegamos sin más expectativas que disfrutar de un ambiente tranquilo cerca del océano, un descanso de la agitada vida citadina, y nos encontramos con maravillosas opciones para compartir, un ambiente relajado, lleno de personas amables, sabores, mar, sal y espacio para estar juntos.

Habíamos reservado hace unas semanas el alojamiento en Cuarzo Lodge, en el sector de Punta de Lobos.  Esa tarde nos recibieron amablemente, respondiendo todas nuestras consultas sobre el destino y nos indicaron los detalles para recibir los servicios que incluía nuestra estadía. Ya el entorno era apacible, jardines sencillos, pero bien pensados y pasarelas de madera que conducían a cada una de las habitaciones.

Al llegar a nuestra suite, quedamos complacidos con la arquitectura funcional y el espacio privado que brindaba, los colores neutros de la decoración invitaban al relajo, su amplio baño de bonitas cerámicas y ducha transparente proporcionaba comodidad,  y afuera, una terraza para disfrutar con una tina caliente sólo para nosotros.

Después de dejar las maletas, nos tomamos un momento de descanso, habían sido varias horas de viaje. Como veníamos desde el sur, el ingreso por San Rafael nos recreó la vista, grandes extensiones de cerros cuyos protagonistas eran los espinos situados en una alfombra verde de pasto nuevo que crece en esta época. La carretera, que está en muy buen estado, nos trajo sin dificultad a nuestra meta, aun así andar tanto en auto nos dejó resentidos. Si eres de Santiago, más fácil, son cerca de 3 horas para estar en esta parte de la costa.

 

Ya el sol se había escondido, una suave música de fondo nos acompañaba cuando llegó una tabla y espumante a la habitación, preámbulo perfecto para un baño en la Hot Tub.

Algunas estrellas en el cielo, agua caliente, el perfume de la madera y nosotros dos… felices.

 

Amanece y la luz se cuela por las rendijas de las ventanas, entre las cortinas blancas llenándonos de vitalidad. Esa agradable primera noche se complementó perfecto con el desayuno a la habitación, dándonos energía para salir a recorrer.

Ese día fuimos por la Ruta de la Sal en Cahuil, uno de los imperdibles sobre lo que te contaremos con detalle en el siguiente post. Sí, porque ahora no queremos dejar pasar dos datos para hacer de tu escapada a Pichilemu un paseo también para el paladar.

 

Después de caminar por la arena, sentir la brisa marina, llegó la hora de almorzar y visitamos el Restaurant Cúrcuma, ubicado en Alto mar, entre Pichilemu y Punta de Lobos. Un pequeño local donde te recibe el lema «comida para el alma». Ingredientes saludables en novedosas preparaciones que, aunque no seas vegetariano, te dejarán complacido con los sabores. Linda decoración, jugos frescos y ni hablar de los riquísimos postres, nosotros compramos dos y tuvimos que llevar otros dos para probarlos todos. Dense una vuelta por este lugar.

Al terminar el día, «para tomar once», encontramos en una esquina de la Avenida Daniel Ortúzar, La Casa Verde, ambiente relajado con materiales reciclados, vista al mar y una atención destacable que te hace sentir en casa.  Acá encuentras sándwiches con carne, pescado y opciones vegetarianas, jugos, tragos y un buen momento sin duda.

 

Ufff, no queremos hacer un texto interminable, pero hay mucho que compartir, porque lo pasamos muy bien. También hay cosas que no te podemos contar, simplemente tienes que vivirlas, solo agregar que siempre recalcamos nuestra opción de salir en temporada baja porque sin duda nos ha entregado experiencias gratificantes y esta vez, en la costa de la Región de O´Higgins, reafirmamos nuestra recomendación. Ese Pichilemu de febrero lleno de autos, ruido y aglomeraciones es muy distinto a lo que vivimos en estos días de agosto, convirtiendo esta exquisita escapada en una de las mejores que nos hemos dado en el último tiempo.

 

Si tienes otros datos en esta zona, esperamos nos comentes. Hasta pronto…

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